domingo, 7 de mayo de 2017

Psicología terapia vías

Ahora creo llegado el momento de hacer un resumen; hemos transitado por la historia de la psicología, y mis comunicaciones, hechas a modo de vía romana -con pedruscos gruesos-, contienen a la manera claves en los arcos de un acueducto, unas ideas que usaré para desarrollar mis conceptos.
Vamos a poner ahora en lista las ideas que me parecen esenciales para mi objetivo.
Somos animales dotados de un sistema receptor de estímulos.

Esos estímulos producen sensaciones y esas sensaciones, a su vez crean percepciones, cogniciones. Aunque no lo he escrito textualmente, la cognición es el resultado de unir una sensación con una experiencia. El fuego quema. Pero también el comer o beber determinadas cosas y cantidades nos envenena.
Pero la riqueza de posibilidades que ofrece nuestro cerebro no termina allí. Porque es capaz de entretejer, estímulo sensación cognición y deseo con el ensueño. Con lo irreal y lo imaginado. La imaginación, produce una sensación sin estímulo. Si somos conscientes de que estamos elaborando artificialmente tenemos una vida psíquica. Si no es así simplemente alucinamos deliramos. Eso último se considera patológico.
Toda esa vida psíquica, patológica o no, desemboca en una conducta, y es esa conducta y sobre todo cuando es anormal atípica, es objeto de estudio por parte de la psiquiatría.
Y aquí la ciencia hace dos bloques, el de los sujetos que son conscientes de su propia anormalidad y que se clasifican mas o menos como neuróticos, y aquellos que no perciben lo anormal de su conducta, a esos se los llama psicóticos.
En eso transcurre los dos tercios centrales del siglo XX. Se producen pequeños avances en fármacos, son productos en principio de amplio espectro, mejorados en su función conforme se van conociendo las mecánicas cerebrales y nerviosas.

Pero para llegar a ese conocimiento que hoy figura en cualquier manual sobre el sistema nervioso; el potencial de acción, o dicho de otra manera como los nervios son recorridos por una auténtica corriente eléctrica, que partiendo del cuerpo de la neurona recorre el axón, hasta generar la polarización y emisión de unas sustancias llamadas neurotransmisores en el espacio sináptico es decir entre la separación entre neuronas que le valió a Ramón y Cajal el Nobel allá por 1906.
Para poder alcanzar ese conocimiento, hizo falta el fin de la segunda guerra mundial y el retorno lento a la investigación de muchos científicos que habían sido movilizados por el conflicto armado. Concretamente es en 1952 cuando se publican los primeros resultados de Hodgkin y Huxley sobre el potencial de acción. Establecieron el modelo sobre los mecanismos iónicos que subyacían a la iniciación y propagación de los potenciales de acción. Eso les valió el premio Nobel en 1963.

Por su parte la descripción de las enfermedades mentales y/o las conductas anormales solo había experimentado cambios de nombre sin que se abordase la causa que las generaba. La demencia precoz de la que hablaba Gustav Jung se sobreponía con psicopatías maníaco-depresivas que mas tarde se terminaron por asimilar al trastorno bipolar.

Y con esto llegamos a la nomenclatura, hacer un repertorio de conductas que se separan de la normalidad, ha sido un trabajo ímprobo que ha dado por resultados los distintos DSM- IV y V en USA y El CIE 10 y 11 en Europa.
Y es curioso que ante la ausencia de indicadores biológicos tales como una VSG (velocidad de sedimentación globular) se comienza a medicar por el síntoma, por la conducta y no por la causa.
La psicología y la psiquiatría han evolucionado de manera parecida en dos ramas divergentes pero en las que muchas escuelas transitan de una rama a otra. Casi podríamos decir que se andan por las ramas.
  • La pisco-fisiología de los primeros estudios que arrancan en el siglo XIX nos lleva de la mano de la neurocirugía al conocimiento de los mecanismos del sistema nervioso.
  • El psicoanálisis y otras técnicas con fuerte raíz cultural, filosófica y hasta religiosa, nos plantean una serie de herramientas para tratar la mente. Estas oscilan entre los delirios cocainómanos de Freud, las experiencias psicodélicas (religiosas) con sustancias como LSD o las imitaciones de los viajes del chaman a base de mezclas de peyote, amanitas, o los alcaloides que hay en el humo de la marihuana.

Estas últimas, han ofrecido un producto intermedio, que podríamos caricaturizar como un médico-brujo con bata y asepsia de científico que se ha dedicado a colocar en el mercado en algunos casos por toneladas supuestas soluciones terapéuticas, para enfermedades y patologías mentales, cuyo diagnóstico no tiene mas rigor ni mas seriedad que figurar en un manual de consenso.

Nos queda por explorar otro camino, el de la sabiduría ancestral, al que se le podrá reprochar poco rigor como ciencia. Hablo de la meditación, el yoga, la hipnosis el entrenamiento autógeno o la programación neuro-lingüistica o PLN a todas estas menos toxicas que los fármacos, mas reales que los delirios freudianos, y sobre todo mas selfie , mas hágalo usted mismo. Porque a fin de cuentas el observarse, el auto-conocimiento tienen mayo valor de cambio terapéutico, porque al menos en principio dejamos a nuestro organismo la libertad y la responsabilidad de generar su propia homeostasis.



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