domingo, 14 de mayo de 2017

Equilibrios

En el capítulo anterior, escribía sobre dos temas muy relacionados.
Por una parte comenzaba un listado mas o menos exhaustivo sobre para-conductas estados de ánimo.
Bajo para-conductas podemos enumerar las respuestas biológicas que nuestro organismo produce ante una estimulación sensorial, o ante una creación mental. Estados de angustia ansiedad alegría desbordada o preocupación.

Para el psicoanálisis, estos estados que según las primeras teorías freudianas pueden llegar a producir enfermedad. Recordad el célebre caso de Ana O, en el cual se confunde lo que pudo ser una infección -meningitis tuberculosa-, con un complejo de Electra (la versión femenina del Edipo).

Aparcaré las consideraciones de Freud, porque pasados cien años de su diagnóstico, nos siguen faltando conocimientos biológicos para relacionar positivamente un estado de ansiedad derivado de la enfermedad paterna, con una alteración del sistema inmune.
Aunque así a bote pronto el diagnóstico de Freud tenga mas parecido con el vudú y la magia que con la ciencia racional del siglo XX.

Por otra parte el título -Mas caliente que el palo de un churrero- inicia una aproximación al hábito, es decir a la repetición sistemática de conductas, conductas que un escolástico llamaría juicios, [algo de lo que también me permito dudar] y que yo prefiero catalogar como rasgos de economía mental. Me explico, hay una cierta inercia a resolver lo ya visto como ya juzgado, o como nos han enseñado. Un ejemplo claro las percepciones con respuestas estereotipadas. Cosas del tipo: El catalán es trabajador, el escocés tacaño, el aragonés bruto, o el andaluz juerguista.
A mí entender, son formas de ahorro mental, que buscan un protocolo de juicio respuesta sin la necesidad de iniciar un costoso proceso mental de análisis.

Pero; toda conducta tiene su razón y su pero, quiero decir que aun siendo una comodidad a la hora de responder enjuiciar, no nos libramos de un sentido colateral que flota en torno al enunciado. Por ejemplo si un macho, por deformación machista, dice de una mujer aquello de más caliente que el palo de...
Deberíamos comprender que la frase puede esconder dos emociones hacia la persona, el movimiento hacia ella en el sentido de objeto alcanzable, y el rechazo, con un valor de desprecio. Y si me fuerzan una posición como la de la fábula La Zorra y las Uvas.

Ese debería ser el campo de trabajo personal. Conocernos profundamente y saber cuando usamos un tópico, una frase hecha, cual es el estado subyacente de nuestro ánimo.

Generalmente, los estados de ánimo son situaciones que se retroalimentan, estar atentos a que sensación nos producen, estudiar con atención nuestra introcepción. Saber si algo nos produce subida de la frecuencia del pulso, notar y conocer el ritmo respiratorio, identificar nauseas u otras respuestas biológicas es el paso obligado para iniciar el control de la mente. Aunque las herramientas que usaremos serán tomadas del entrenamiento autógeno, el yoga, la meditación o el método Silva. A fin de cuentas todos ellos tienen un tema común: El yo, su desarrollo y su equilibrio.
En las próximas entregas volveré a el entrenamiento como el que acompañaba a la entrega anterior y quizás comencemos a desarrollar entrenamiento con fábula o con historia. Herramientas muy efectivas para el desarrollo.

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